“No son muertos los que en dulce calma la paz disfrutan de la tumba fría, muertos son los que llevan muerta el alma y viven todavía.”
Cuando la juventud padece de indiferencia, miedo e inacción, ahí donde la juventud ha escogido esconderse de sus deberes para hundirse con su vergüenza, no hay esperanzas para la nación.
Esta es nuestra realidad, Bolivia carece del elemento vital que necesitan los pueblos para hacerse grandes, libres y respetados.
Las generaciones que emergen están muertas en vida.
Nada podemos esperar de una juventud que perteneciendo a una generación cuyo destino es la lucha permanece insensible ante las desgracias de nuestra tierra.
Nada tampoco podemos esperar de aquellos que -careciendo de nobles ideales- ponen sus fuerzas invencibles de juventud al servicio de intereses monetarios o al servicio de doctrinas resentidas. Es mísera una juventud que pudiendo ser creadora se dedica a los placeres mundanos de la vida o se rinde ante sus complejos de inferioridad para dar rienda suelta a sus enconos.
Culpables los comunistas del naufragio que sufre nuestra juventud, que mimetizados como maestros de escuela no quisieron enseñarnos civismo.
Pero para nosotros no todo está perdido. Estamos convencidos que nuestra sociedad no está del todo corroída. Existe una juventud adormecida por falta de estímulo, ¡de rebeldía!, que no quiere la manida promesa de una vida cómoda, quiere una vida de riesgos que le devuelva el aliento. Esta juventud despertará al primer soplo encendido de fe, que no ha de venir de la izquierda fútil ni de la derecha superficial, porque está fastidiada de egoísmos. Este impulso sólo podrá venir de una causa altruista como la nuestra, por la que muchos en estos momentos ya se aprestan a luchar.
Nosotros somos un puñado de jóvenes patriotas convencidos de la posibilidad de un mejor destino, porque no hemos aceptado la derrota como un hecho definitivo.
Nuestro único pecado es haber cometido la ‘imprudencia’ de aventurarnos en aquello que los mediocres consideran “asunto de mayores”, con la intención de paralizar las iniciativas más fecundas. Aspecto que no nos afecta, porque es normal que cuando un pueblo ha vivido acostumbrado a la parálisis de su conformismo y a la fetidez de su apatía parezca un pecado -y más que un pecado- una locura el que un grupo de jóvenes impulsados por una ardiente causa, decidan tener una prematura ingerencia en las decisiones políticas del país.
Estamos seguros que nuestra iniciativa generará más de un descontento entre el sector enfermo de nuestra sociedad, que está siempre más dispuesta a aplastar que a impulsar los buenos propósitos. Mismos proyectos como el nuestro en el pasado han tenido que vencer contra un ambiente que a menudo suele descalificar con sobrenombres a la juventud cuando ésta toma la iniciativa y pelea por lo que otros cobardemente no pueden defender.
A nosotros poco nos importa la calumnia, porque siempre nos ha sucedido que al lograr desvanecer una ya nos inventan otra. La fuente de la insidia es inagotable. Pero además tenemos plena certeza de lo que no mata, fortalece. Y aquí estamos, firmes después de muchas tormentas.
Todas estas desgracias de las que hablamos queremos extirpar de nuestra tierra. Para conseguirlo CONVOCAMOS a la juventud a sumarse a nuestra causa. Convocamos a aquellos que tienen los valores para llevar una vida heroica, de sacrificios. Convocamos a quienes quieren escapar del silencio para hacer escuchar su voz de protesta contra las injusticias. A los que quieren renovación, a los que aman el vértigo de lo desconocido. A los que viven asfixiados por el anonimato y siente que su destino es la lucha. A quienes aman entrañablemente a la Patria, a quienes creen que una nueva sociedad es posible. Convocamos a nuestra generación a sumarse a las Legiones de Camisas Blancas, educadas bajo el orden, la disciplina y la jerarquía. Convocamos a quienes creen que la Patria está primero antes que las aspiraciones personales y que por ello le debemos ofrecer todo, hasta la vida misma de ser necesario, porque es de cobardes esperar a actuar por la Patria cuando llegan los tiempos en que solemos engordar.
Ya lo dijimos antes: somos una juventud sedienta de rebeldía, que no sólo traemos al altar de la Patria incendio, sino pólvora. ¡Pólvora para hacer arder en llamas a los enemigos de la libertad y la Patria!
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