La resistencia de Marzana y de los valientes soldados del Ejército de Bolivia comenzó a comentarse en el exterior; un periódico argentino de Buenos Aires (días antes del fin de la batalla) señaló en su portada lo siguiente a sus lectores:
" En Boquerón están escribiendo unos pocos soldados bolivianos la más bella página del heroísmo americano. Contados centenares de hombres luchan desde hace 15 días no solamente contra el enemigo mucho más numerosos, sino contra el hambre y la sed que les han impuesto los sitiadores. Antes que rendirse prefieren la muerte".
26 de septiembre-decimo octavo día de batalla.
Se produce el ataque general de la infantería enemiga a lo largo de las trincheras, obligando a los defensores a batirse como leones. Se apunta bien pues de lo contrario la ruptura sería inminente. El fortín se torna en un infierno con el fuego cruzado de todos los frentes.
Por primera vez los paraguayos logran romper las defensas, pero se realizan acciones para recuperar el control, el costo de vidas es alto en esta defensa.
Como estaba previsto, después de dictarse las correspondientes órdenes, se inicia en la mañana de este día el ataque definitivo de los paraguayos sobre Boquerón. concentran sus fuegos en un frente de 200 metros y al cabo de quince minutos, fracciones de tropas paraguayas, en audaz avance se apoderan de pocos metros de trincheras. Este avance no progresa por la decisión de los defensores, cuya capacidad de combate se mantiene incólume. Los reductos bolivianos resultan infranqueables.
La artillería paraguaya que tenía la misión de destruir los reductos de la defensa, no concentra sus fuegos sobre las posiciones de Boquerón y los diluye en todos los sectores, no sin causar bajas.
Los defensores de Boquerón, afectados de deshidratación, hambrientos y faltos de municiones, se muestran desesperados. Los pocos víveres y pertrechos que lanzan los aviones, no alivian en nada la difícil situación a la altura en que se hallaba el combate.
Una granada de mortero alcanza al valeroso Sbte. boliviano Luis Reynolds Eguía, cuando éste oficial trataba de desalojar de las trincheras que habían ocupado los paraguayos.
Las tropas de Estigarribia sufren en este día uno de los grandes reveses de la guerra, pues no logran tomar el reducto boliviano cuando esto parecía seguro.
27 de septiembre-décimonoveno día de batalla.
Amanece con una regadera de granadas y proyectiles de artillería con la intención de definir en el día la batalla que se prolonga por tiempo incalculado por el comando adversario. Tenemos la impresión, hoy día, que por fin llegó el desenlace y la liquidación de los que todavía vivimos en Boquerón.
Casi la totalidad de las tropas del ejército paraguayo se nos vienen encima. Ya no cabe otra alternativa: acabar con las piltrafas que aún quedan (...) sin embargo no pueden romper la cadena de trincheras pues no se imaginaron lo inexpugnable que resultaron.
Los defensores de Boquerón ensayan una vez más un supremo esfuerzo para conseguir el ingreso de refuerzos al fortín. Se ordena que el Cap. Luis Rivero, al mando de una pequeña fracción de soldados, abrirse paso hacia Yujra.Rivero trata de romper el cerco y aunque lucha valerosamente, es rodeado por el enemigo y muere juntamente con todos sus subordinados.
Este día el Capellán Luis Alberto Tapia sobrevuela en avión sobre el fortín y lanza una proclama a los defensores de Boquerón.
Una reunión de generales acuerda que no se abandone Boquerón y se mantenga la defensa durante diez días más, ya que se pensaba concentrar fuerzas y liberar a los sitiados en un ataque masivo. Sin embargo, los defensores, que se hallan exhaustos por la sed, el hambre, una lucha de 22 días y faltos de municiones, veían aproximarse el fin, cuando el cerco era un círculo de hierro y fuego impenetrable.
Muere en Boquerón el Capitán tomás Manchego, otro experimentado oficial, alcanzado por fragmentos de una granada paraguaya. Había conducido a las tropas bolivianas que ocuparon el fortín Rojas Silva.
28 de septiembre-vigésimo día de batalla.
Se plantea las bases de una tregua con el enemigo o bien como último recurso una evacuación ya que no podía salvarse de otra manera el honor militar.
La nota expresaba
"El comandante del Fortín, al señor comandante de las fuerzas paraguayas en su puesto de combate.- Señor coronel: El oficial parlamentario portador de la presente nota, capitán Antonio Salinas, lleva la misión de entrevistarse con usted, en representación mía y con instrucciones verbales. Podríamos señalar hora y lugar para conversar.- Dios guarde a Ud." decía la nota firmada por el coronel Marzana.
Asimismo, el teniente Cuenca hacía conocer en su parte informativo "no tenemos munición estamos sin comer varios días, la sed nos va matando lentamente. Es necesario que ustedes los jefes pongan remedio a la situación", personalmente me he convencido de que efectivamente los últimos cartuchos tienen en la recámara del fusil; las ametralladoras con media banda y algunas sin nada; casi todos, apuntadores y tiradores se hallan con los fusileros. Ante lo que he visto, tengo el convencimiento pleno de que la captura del fortín era cuestiuón de horas.
En la tarde de este día el Comandante Marzana reúne a la oficialidad de Boquerón para tratar con ellos la capitulación de la plaza y la retirada de las tropas, por falta de víveres y municiones y considerando las condiciones físicas de la guarnición, que se halla extenuada al extremo. Durante el día, el General Montes sobrevuela Boquerón y mediante mensajes pide a los defensores mantenerse en la defensa por diez días más, asegurándoles la victoria contra las fuerzas de asedio.
Es muy posible que algunos ejemplares de este mensaje hubieran caído en manos de los atacantes, ya que inician un hostigamiento con toda clase de armas, preparando para la mañana siguiente lo que suponían el asalto definitivo.
Los defensores a pesar de todas las adversidades, continúan su feroz resistencia, ya sin esperanza de victoria.
No obstante, los bolivianos mantienen la lucha con los pocos medios que les restan.
La lucha por el agua en el fortín Boquerón fue dantesca. Para proveerse de este elemento existía un pozo que mal abastecía las necesidades de los defensores y, lo que es peor, estaba perfectamente ubicado por piezas enemigas que disparaban sobre él durante el día y la noche, motivo por el cual muchos soldados de ambas nacionalidades que trataban de proveerse caían muertos dentro y sus cadáveres flotaban en la superficie de las aguas en completo estado de descomposición, lo que hacía esa agua muy peligrosa para la salud.
29 de septiembre-vigésimo primer día de batalla.
05.30 recibo parte del sector Romero indicando que vieron salir al oficial parlamentario Capitán Antonio Salinas acompañado por el suboficial Carlos de Avila a los pocos minutos, indica el parte "se escuchan voces de oficiales paraguayos: cesar el fuego y seguidamente gritos, algazara, vivas a la patria y, sin más trámite en carrera veloz e incontenible, invaden nuestras posiciones una masa de miles de soldados paraguayos, "bandera blanca", "rendición boli", gesticulaban.
No había forma de hacer comprender que se trataba de "bandera de parlamentario". La novedad corrió como reguero de pólvora encendida a lo largo de todas las líneas.
El 29 de septiembre de 1932, una vez agotadas sus municiones, agua y comida, se alzaron banderas blancas en Boquerón. En principio el pedido de tregua era para precautelar la vida de un negociador que tratara ante Estigarribia la retirada de los 400 defensores bolivianos que quedaban con vida, pero las tropas paraguayas entendieron que se trataba de una rendición y tomaron el fortín.
La resistencia de Marzana y de los valientes soldados del Ejército de Bolivia comenzó a comentarse en el exterior; un periódico argentino de Buenos Aires (días antes del fin de la batalla) señaló en su portada lo siguiente a sus lectores:
" En Boquerón están escribiendo unos pocos soldados bolivianos la más bella página del heroísmo americano. Contados centenares de hombres luchan desde hace 15 días no solamente contra el enemigo mucho más numerosos, sino contra el hambre y la sed que les han impuesto los sitiadores. Antes que rendirse prefieren la muerte". (Marzana: pág. 257)
La batalla de Boquerón fue una escuela para los soldados y oficiales paraguayos recién graduados de la Academia Militar Francisco Solano López, se cometieron muchos errores tácticos fruto de la inexperiencia de la tropa, prueba de ello es el número de bajas sufridas por los paraguayos.
Pero como toda escuela deja su lección, después de Boquerón, los paraguayos aprendieron lo difícil que era tomar una posición defendida con trincheras con asaltos a campo abierto, un mejor uso de la artillería, la aviación y a no llevar animales que puedan espantarse con las explosiones y estampidos.
Lo aprendido en Boquerón permitió a Paraguay replantear sus estrategias y llevar una mejor campaña en las batallas posteriores.